Cuando me refiero a amor, pienso en todos sus tipos. Erich Fromm describe cuatro: el fraternal, maternal, erótico y el religioso. De a poco, este blog se va llenando de historias que intentan abarcar a todos.

miércoles, 17 de febrero de 2010

Mujer-niña


14 julio 2007

Los ojos de mi madre son grandes, hermosamente oscuros y se iluminan cuando habla. El gesto que tienen es similar al de los niños juguetones, "se ríe con los ojos", me gusta esa expresión.
Lo juguetón de los adultos es una cualidad que rescato, siempre. En lo lúdico está la renovación, el optimismo y el goce de vivir, a mi parecer.
Recuerdo haber pasado tardes con Pablo y mamá jugando al "mono" en el patio de casa aún sin cerco perimetral de ladrillo. ¡Qué divertido! ella era uno de nosotros, hasta el pantalón corto le quedaba bien.
En una de mis entradas me divertí explicándoles un sentimiento adolescente, hoy les confieso que tampoco quiero despojarme de los recuerdos de la niñez.
Pero estaba hablando de mi madre. Esa "mujer-niña" que enamoró a mi padre está en ella todavía, a veces me sorprendo sintiéndome yo madre y ella hija, bello y extraño.
Hasta antes de fallecer mi abuela mantuvo un muñeco que era de mamá y había sido un regalo de cuando mis padres eran novios. Se llama Manolito, aún está en Santiago. Aparentemente mamá quiso dejar de ser niña y dejó ese muñeco en casa de sus padres cuando migró a Argentina, lo cierto es que con o sin muñeco María sigue siendo en parte niña. Juguetea con la comida y también cuando canta. A veces habla con los perros y el gato cuando los alimenta y parece divertida.
Los ojos de mi madre son bellos, ven algunas sombras y les molesta el sol, pero disimulan muy bien los malestares. Siguen lindos.
Cuando me veo al espejo encuentro los ojos de María, pero no a la "niña", se debe haber quedado en algún lado, perdida entre tanto estudio, tanto libro, tanto cálculo y tanto mundo de adultos.
Hasta la próxima mis queridos.

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