Cuando me refiero a amor, pienso en todos sus tipos. Erich Fromm describe cuatro: el fraternal, maternal, erótico y el religioso. De a poco, este blog se va llenando de historias que intentan abarcar a todos.

miércoles, 17 de febrero de 2010

"La vida es frágil"

25 marzo 2008

Después de mirar un largometraje sobre la vida y obra de Violeta Parra me mantuve por un tiempo tratando de entender por qué se quitó la vida. Esta pequeña mujer, sencilla y a la vez intelectual, expresiva y sensible, emprendedora y tenaz, decidió no quedarse en esta tierra.
De verdad no pude comprenderlo en un primer momento.
"¡Pero si fué tan fuerte! ¿acaso no pudo soportar un poco más?". Y la verdad es que no pudo o NO QUISO seguir luchando contra la corriente sola, sin recursos y sin amor.
La respuesta no la encontré yo, me la dió papá.
"La vida es muy frágil Diana", me dijo mientras almorzábamos.
Y tiene razón, es tan frágil que basta una acción para terminar con la vida propia o para quitársela a otro, o a varios. En el primer caso que es el que me preocupa ahora, la decisión de lanzarse de un balcón, de apretar el gatillo de un arma, de beber un veneno o un manojo de pastillas, de arrojarse contra el tránsito pareciera fácil de tomar. Pero este no es este al punto al que quiero llegar, creo. Al menos, no en esta entrada.
¿Quién es más valiente? el que decide dejar de vivir (y por lo general de sufrir) o los que decidimos quedarnos, padeciendo, disfrutando, sintiendo...VIVIENDO. Pues esto tampoco lo sé.
Solo puedo concluir que no puedo juzgar a nadie por quitarse la vida, pero tampoco alcanzo a comprender esta acción como solución a nada. Estoy casi segura que hay asuntos que no alcanzo a comprender, los motivos particulares de cada caso, por ejemplo.
Sin embargo sí podría emitir jucios sobre quiénes estaban en torno a Violeta y no pudieron acompañarla ni acoger sus dolores ni penas. Según los testimonios que pude ver en la película, todos sus amigos la recuerdan como una gran mujer, incluso avisoran qué haría ella por estos días.
Olvido algo, la soberbia exquisita de esta mujer y su "cabezadurez". En un reportaje una francesa amiga suya relató cómo la poeta, a la hora de la cena, se jactó de no tener hambre diciendo "ya me comí tu alma".
Es muy probable que sumida en la depresión y aún acompañada de seres queridos ella hubiese terminado con su vida de todas formas.

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