Cuando me refiero a amor, pienso en todos sus tipos. Erich Fromm describe cuatro: el fraternal, maternal, erótico y el religioso. De a poco, este blog se va llenando de historias que intentan abarcar a todos.

martes, 8 de mayo de 2012

No caí en el abismo

Todavía me acuerdo de esa tarde como si fuera hoy. Era otoño, tal vez un día como el que veo cuando observo por la ventana.
Aburrida entre un trabajo práctico y otro que tenía que hacer para el colegio fui a repetir mi rutina de todas las tardes. Detrás del mostrador donde nadie podía ver, había un espejo grande. Ahí transcurría varios minutos del día.
Me levantaba la remera holgada y de perfil me miraba la panza. Solo eso, no la cara, no los brazos, no el trasero. Era la panza, la veía grande y la cabeza se me partía del dolor por no comer.
La remera talle s empezaba a quedarme día tras día, más grande. Y el pantalón estaba bolsudo. Eso me encantaba. En casa había otra rutina, después de cada plato de comida la obligación era pesarse. Como si uno pudiera ver el efecto inmediato en el peso corporal, ahora pienso, qué ingenua.
Un día entonces, mientras me miraba en el espejo apareció mi papá en el reflejo y me dijo: “ya está bien que dejes tu huevadita de no comer, estás muy flaca”. No me enojé. Me llamó la atención la actitud de él, nunca reparaba en mí, pero parece que eso era solo lo que yo pensaba.
De a poco dejé mi rutina. Sentí miedo, desperté.

Hice equilibrio para no caer en el abismo y alguien de atrás me tiró de la remera para rescatarme.