Cuando me refiero a amor, pienso en todos sus tipos. Erich Fromm describe cuatro: el fraternal, maternal, erótico y el religioso. De a poco, este blog se va llenando de historias que intentan abarcar a todos.

sábado, 29 de diciembre de 2012

Pequeños pies de loto

Mientras era adolescente muchas tardes las pasé en la zapatería de mis padres, detrás de un mostrador estudiando para el colegio y a la vez, observando a los clientes y escuchando conversaciones de adultos. El tema de los pies y las mujeres empezó a llamarme la atención y a lo largo de mi vida comencé a notar algunos patrones repetidos en los cuales fundamento esta entrada. Reconozco además, que no me gusta escudriñar mucho la ropa o los zapatos de las personas, porque me incomoda profundamente que otros lo hagan conmigo.

Existe una conexión con la sexualidad de las mujeres y los zapatos, esto no es una novedad. Pero creo haber podido ir más allá con mis observaciones. Existen casos en que por los zapatos, o por los pies las mujeres liberan sexualidad, esa que se reprimen ellas mismas o el entorno en el que les ha tocado nacer.
He visto mujeres extremadamadamente tímidas, sumisas o casi pacatas, con zapatos estrambóticos, excéntricos o extremadamente sensuales. El ejemplo más llamativo es posible verlo los domingos en las mujeres pentecostales o testigos de jehová con sus polleras oscuras debajo de las rodillas, en procesión por la calle, evangelizando almas perdidas.
Un ejemplo similar son las mujeres gitanas, ellas llevan el tema a la máxima potencia. Se casarán por arreglo, no por amor, pero tendrán los más variados y hermosos zapatos de taco aguja del mercado.

Otro caso opuesto y horroroso son las geishas, donde pareciera que ellas tienen prohibido liberar esa sexualidad por los pies. Niñas que van a ser prostitutas de alto nivel crecen con los pies comprimidos, para lograr tenerlos pequeñitos y atractivos para sus clientes. Espantoso, por los pies no podrán liberarse, su sexo será comercializado.

lunes, 10 de diciembre de 2012

"La reina de la corredera"

Salir a la orilla para morir llena de aire, esa era una de las ideas que hacía rato rondaba por su cabeza. Cuando se acercaba a la superficie para saborear el que sería el último bichito deglutado cayó en la trampa. El insecto tenía un anzuelo, había olvidado cómo diferenciarlo de los reales tal vez como parte del autoboicot que venía maquinando hacía un tiempo atrás.
Una fuerza inexplicable la tiró para la orilla pero luchó instintivamente con todas sus energías que se extinguieron rápido.Vencida, se dejó arrastrar. Una mano grande le sacó el anzuelo de la boca y la puso en el agua nuevamente.

Volvió a la corriente, pero se quedó ahí. Recordó haber observado cómo otras compañeras una vez que fueron tomadas por la mano no volvieron más al agua. Así que esperó a que el señuelo nuevamente rozara el agua. Y picó. Y esta vez no luchó por ir en contra. 

A los pocos minutos estaba nuevamente en el agua, no pudo morirse.

Nota transcripta del autor: "se quería morir y no la dejaron...lo intentó dos veces, estoy seguro que se debe haber arrepentido! jaja. Ahora debe tener unos 4 o 5 k y debe ser la reina de la corredera".

lunes, 19 de noviembre de 2012

Náufrago

El mar estaba picado, ojalá se hubiese convencido una hora antes. Ya era demasiado tarde. Ese mediodía había salido a probar unas nuevas velas. Tenía que volver, lo esperaba su mujer y su hijita, tomando once seguramente a esa hora.
Una ola llenó el yate, se golpeó la cabeza y perdió la conciencia por unos minutos. Cuando despertó el  cielo estaba cerrado y la tormenta lo había tomado todo. TODO. Ya no pudo ver la costa.
Armó la balsa hexagonal, se metió dentro y abandonó su embarcación.
Pasó el tiempo ahí dentro, comió las provisiones del kit de supervivencia, y sin comida, se resignó. No supo cuánto tiempo transcurrió, si fueron dias o semanas.
Atontado por los gritos se asomó al exterior, donde decenas de periodistas sacaban fotos y buscaban las primeras declaraciones. No pudo decir absolutamente NADA.
La primer imagen que vió de él fue sorprendente, del otro lado del espejo lo miraba un anciano, blanco en canas, con el bigote con unos mechones oscuros y las cejas blancas.


domingo, 4 de noviembre de 2012

Amor, juventud y adultez

Me decidí a escribir esta entrada sabiendo que no quedaré del todo conforme con lo que pueda plasmar. No importa, perfección no quiero en mi vida ni en mis creaciones, si puedo modificar algo más adelante lo haré.

Llevo unas tres semanas dándole vueltas en mi cabeza a estas ideas que se me metieron debajo de las uñas y por cada poro de la piel. Pero lo que me gusta de esta sensación en la que soy presa de la verborragia nuevamente es la vitalidad que experimento y que sentí cuando comencé a pensar en esto. Dos amores fugaces, efímeros, inconclusos y calenturientos gatillaron que yo misma revoloteara cual torpe abejorro por juguetonas nubes de colores.

¿Cómo encaramos adultos y jóvenes el amor? o aterricémoslo un poco más al asunto: el sexo.
Noté dos patrones en mis galanes, y en mi misma, que en este caso me toca ponerme en el estrato: joven.
El adulto pispea, hace foco, apunta con mira telescópica y dispara. Zas! atrapa a la presa y la paraliza para inmovilizarla con una dulce melaza de amor romántico refinado. Le habla, la conquista, no le saca los ojos de encima. No pierde tiempo, sabe que una tarde, un par de frases y un encuentro es la única oportunidad que tendrá para actuar. Finalmente logra comerse un pedacito de la presa, disfruta de su plato. Coinciden.

El joven, oh! dulce joven tímido y recatado. Saluda, mira de reojo, no habla, se presenta porque no conoce  a la presa pero tiene que llamar su atención, espera hasta el día siguiente. El día siguiente se acerca, sigue observándola. Quiere olerla, escuchar su voz, ver cómo interactúa con sus pares. A la semana siguiente la invita a tomar algo, ella no puede, quiere hacerse desear porque claro, es joven también! Nunca coinciden.  Se desean hasta en los sueños pero no pueden encontrarse porque están perdidos en sus propios laberintos internos, dando vueltas, perdiendo el tiempo. Pareciera que el tiempo es eterno, que el amor puede esperar. ¡Por Dios!

La mujer que más ha influído en mi vida ronda los 80 años y enviudó recientemente. Amó a su marido hasta el último minuto de su existencia. Pero el amor tocó a su puerta nuevamente y ¿adivinen qué? ¡lo dejó pasar!




sábado, 3 de noviembre de 2012

Cena para ella (la revelación)

Desesperada, hizo un pequeño bolso para huir del infierno. Iría a la casa de su tia Ana en Maipú. Salió temblando de su departamento. La cabeza le daba vueltas. Cruzó la avenida, esperó la micro algo más de 10 minutos, pero no pasó ni una sola. Quería llorar y no podía, el pecho se le partía de dolor. A una cuadra sonaba Shakira en el estadio nacional.
Vió pasar la 359, pero no la tomó, ya cruzaba la calle para volver a su casa, iba a sacar a "la intrusa" de ahí. Pero no pudo. Habló con su pareja, le pidió que ella se fuera, que en 10 minutos quería entrar. Esperó en una fuente de agua del condominio.
Cuando la vió pasar el tiempo se detuvo. Estaba reluciente, llevaba su morral sucio y desteñido pero aparentaba 15 0 20 años menos, con una colita en el pelo y un look juvenil. La intrusa le miró a la cara y sonrió.
En ese momento ella reconoció dónde había visto el morral antes.

viernes, 19 de octubre de 2012

"La tenemos, vamos para allá"

Esa tarde Julieta quería ver a su tía, hacía tiempo que venían posponiendo un encuentro. Así que compró masas secas, se hizo una coleta alta en su largo pelo, se puso las Converse y salió a tomar un taxi. Estaba sobre la hora, así que no llegó a la parada. Pasó uno por la calle que le paró. Por el espejo retrovisor le pidió al chofer que la lleve al Barrio 400 viviendas, en el este de la ciudad. Mientras miraba por la ventanilla, pasaron por el centro. Tomaron la ruta y siguieron unas cuadras. Repentinamente el taxista dobló por una calle que no conocía. Siguieron unos metros y le preguntó "disculpe, ¿por qué vamos por acá?", "porque hay un corte de ruta más adelante nena".
El corazón se le atragantó, quiso abrir la puerta en un semáforo y estaba trabada. "Me quiero bajar" le dijo "cóbreme que me quiero bajar". No obtuvo respuesta.
Quiso enviar un mensaje de texto, el chofer la estaba mirando fijamente por el espejo retrovisor y buscó algo que sacó de la gaveta.
De repente, el taxi paró, se apeó a la vereda. Un control de tránsito de rutina.

Julieta bajó el vidrio y le preguntó al policía "¿por qué hay corte de ruta?", "no hay ningún corte, no estamos informados".

Bajaron al taxista y lo pusieron boca abajo en el suelo para esposarlo, desde el piso maniatado levantaba la cabeza para mirarla. Un policía le pidió que le dé la espalda al hombre. Caminó a un móvil del brazo de una mujer policía que llegó rápidamente al lugar.

El último mensaje que el taxista había mandado decía "la tenemos, vamos para allá".

viernes, 28 de septiembre de 2012

Tumberito

Mediodía de un domingo en un supermercado céntrico. Zona de detectores de alarma.

Niño 1-¿Por qué no puedo entrar?-mientras el guardia le impide el paso con el brazo-no le mira a la cara, mira al suelo.
Guardia-Por que no podés.
Niño 1-Pero hoy vinimos a comprar se lo juro-saca algo del bolsillo raído de su pantalón de jean de tonos ocre.
Guardía-Si ya sé, pero no me lo permiten. Vos sos Pablito Gómez, ¿no?
Niño 1-Si, soy yo.
Guardia-¿Bueno ves? ya me parecía que eras vos y tu amiguito.
Niño 2-Hoy venimos a comprar señor, tenemos hambre, mire-y apunta al otro niño que abre el puño para mostrar lo que había sacado del bolsillo, un billete de $100 falso, aún notorio para un ojo poco entrenado.
Guardia-No nene, no. Yo sé quién sos. Vos la semana pasada tampoco pudiste entrar entonces debajo de la remera sacaste una tumberita con la que le apuntaste al guardia.

El niño miró el suelo. El guardia nunca subió el tono de voz. El tono que mantuvo fue tranquilizador y dulce.

domingo, 16 de septiembre de 2012

El “asombroso” caso de Gonzalo Yañez

El canta con un dejo rioplatense marcando algunas “yes” por aquí y por allá, pero no en todas las canciones. Siempre me gustaron sus melodías, me remiten a Santiago de Chile, al ruido de los autos, a una cordillera fluoresciendo en el horizonte después de un día de lluvia, a una caminata por el Parque Forestal. Lo descubrí en un viaje a Chile, sonando en la radio de una micro. Pensé que era chileno la verdad.
La mayoría de las frases de sus canciones son pausadas, no usa un vocabulario difícil ni las escenas que aparecen en las líricas hablan de noches reventadas o discotecas frenéticas (debo aclarar que no he escuchado toda su discografía si). Imagino una reunión de amigos, humeante, melancólica, de colores ocres.
Nunca me había detenido a googlearlo. Mi sorpresa fue tamaña. Caí exhausta de amor al ver sus fotografías, porque es tremendamente guapo, al menos a mis ojos.
Uruguayo, vive en Chile, guitarrista, compone su música. Su estilo se parece a una banda o un solista que he escuchado antes, pero aún no puedo identificarlo bien.

Por qué me asombro se preguntarán. Me asombro porque este cantante no es famoso aquí en Argentina. Y lo lamento realmente, porque de veras creo que es talentoso y bello. ¿Por qué será? Hago un paralelo con los gustos argento y veo que aquí el perfil “reventado” va bien, las luces estrambóticas, lo superficial y rutilante. Músculos hasta en la mandíbula y el bronceadito estereotípico. Lamento que mi pueblo no se esfuerce en elegir un poco mejor lo que es talentoso.
Gonzalo enamora con su guitarra, con su postura desgarbada y distante. Con su voz de terciopelo de niño bien y culto; a mi y a varios del otro lado de la cordillera porque siguen pasándolo en las radios.
No me extraña que una argentina tampoco pueda ser profeta en su tierra, me refiero a María Jimena Pereyra. ¿Será porque no tiene lolas y usa el pelo andróginamente corto?
La voz de esa mujer pone los pelos de punta, se los puedo asegurar.

Me enojo, me enoja el botox, las caras igualitas de las modelos, los traseros de piedra ampliamente venerados en mi cultura y la superficialidad obcena.
Espero (porque soy optimista) que se genere un cambio, que empecemos a mirar cómo producir algo diferente, y con contenido.



sábado, 15 de septiembre de 2012

Descubrimiento N°3

Tendría 14 o 15 años. Quisiera recordar bien. Pero no puedo, la línea del tiempo del pasado se me desdibujó hace tiempo. Lo feo, lo desagradable lo quise borronear con el codo a medida que iba escribiéndolo. Osea, yo misma lo borroneé. Lo digo sin vueltas, tengo lagunas mentales.
Era una época en la que de a poco iba descubriendo quién era y qué me gustaba hacer además de estudiar y escuchar música. Y lo que me gustaba era hacer gimnasia. Cansarme para olvidarme (de todos los problemas de mi familia) y mantenerme en un peso normal.
Ya en primer año de la secundaria conseguí que mis padres me permitieran ir 3 veces a la semana a tomar clases de gimnasia aeróbica. Las clases eran a unas 6 cuadras del negocio de mi familia donde transcurría todas las tardes después de la escuela. Así pasé toda la secundaria yendo a esa actividad.
Sentí una libertad nunca antes experimentada, esos 80 min tres veces a la semana eran solo míos, “NADIE” podía controlarme o verme.
Bajé de peso, gracias a los 90 mis músculos hoy responden fácilmente a la ejercitación. Pero lo más importante es que obtuve MI espacio.
En la misma cuadra donde estaba la zapatería de mi familia había un taller mecánico, el taller familiar de los Blasco. Lleno de varones, cada vez que pasaba por ahí enfrente recibía piropos, silbidos, que en esa época me repugnaban porque no entendía con mi cabecita de 15 años y la educación castradora de mis padres muy bien qué significaban. Yo conocía lo que decían de Sebastián Blasco, él tenía 18. Un bonito moreno corpulento y de ojos verdes. NUNCA crucé con él una palabra. El actuaba indiferente.
Esa tarde, en un pequeño recreo que tuvimos en la clase fui al baño. Cuando volví, tapándome el paso en un estrecho pasillo estaba Sebastián esperándome, con una sonrisa en la cara, y un brazo y una pierna apoyados en la pared contraria.
No entendí nada, ni entendí qué hacía ahí...me dijo, “perdoname pero no tenía dónde decirte esto, ME GUSTáS”.
Sentí náuseas, ganas de salir corriendo, de pegarle una cachetada. No hice nada de eso, solo dije: “está bien, pero no me sigas que me asusta”. El corazón me latía fuerte, muy fuerte. Volví a la clase y traté de concentrarme en los ejercicios, con dificultad. Caminé  a la zapatería asustada, pensando que llevaba una mancha en el cuerpo que decía “alguien gusta de mí". Siendo justa, este sentimiento no tenía nada que ver con lo realmente había pasado (en un futuro tal vez me refiera nuevamente a esta cuestión).
Dio media vuelta y se fue, yo lo ví atravesando ese largo pasillo y salir del lugar. Trancurridos los días pude darme cuenta que ese chico había estado observándome, que había esperado el momento que yo pasara enfrente al taller para seguirme hasta el gimnasio.
Pasó el tiempo, yo me olvidé de esa situación, el taller mecánico cerró a los dos años y Sebatián se fue del barrio.
Aún recuerdo ese momento como algo violento dentro mío, una reacción rara, no con enojo sino con MIEDO.
Decidí no acercarme a nadie en la vida como él se acercó a mi y que no soportaría que NUNCA otra persona (hombre o mujer, no importa) volviese a quitarme la privacidad como él lo había hecho, de forma violenta, casi DESDE el ANONIMATO.

martes, 11 de septiembre de 2012

Yo no iba a ser reina

Con esta entrada lo que menos quiero es hacer alarde del físico o la cara con la que nací. Busco hacer una reflexión más sobre quien soy, intentando analizar dónde estoy, o mejor dónde he decidido que la vida me ponga.
Cuando era adolescente me desarrollé antes que mis compañeras, tuve busto y caderas teniendo 11 años. Sin darme cuenta empecé a acaparar miradas lascivas de los chicos y de los adultos. Atenciones lindas e ingenuas también, no todas malintencionadas tengo que recordar eso.
El asunto es que un tío que me quería mucho y que creo que me veía más linda de lo que era (suele suceder en las familias) me instó varias veces a que me presentara para ser Reina de Neuquén o Reina de la Manzana, que son dos fiestas anuales que se celebran en la zona. Un reinado de belleza, para representar a las localidades en el resto de las fiestas del país.
Ante estos cuestionamientos una aunque niña, ingenua e inexperta, algo piensa. Alguna respuesta tenía yo en ese momento, además del NO tajante de mis padres a la posibilidad de participar. Y lo que yo pensaba era que no quería presentarme porque no era un mundo para mí ni un lugar en el que hubiese querido meterme. En absoluto. En esa época no tenía claro qué hacer, si sería profesional o no, pero tenía claro que ni modelo ni reina de belleza.
Algo que agradezco infinitamente de la educación que mis padres nos dieron es que siempre nos dijeron que la belleza no sirve de mucho. El paquete no cuenta si el contenido está podrido o es de baja calidad. Además la belleza es pasajera, dura lo que la juventud.
Mi idea es que todos somos hermosos mientras somos jóvenes. Así que lo importante es trabajar en lo que llevamos por dentro para poder estar felices con nosotros cuando la juventud (y con ella la belleza) nos dejen.

jueves, 7 de junio de 2012

Las mujeres de Isabel ¿un quiebre en su último libro?

Durante este reposo obligado he aprovechado, además de pensar en exceso por supuesto, de leer. Tomé “El cuaderno de Maya” de Isabel Allende. También otro libro que para mi sorpresa trata sobre Drácula, pero ese no es motivo de esta entrada.

No les contaré la historia, solo quiero dejar mi reflexión sobre el libro. Me gustó, como todo lo de la autora.
En este particularmente, la protagonista no es una heroína, más bien todo lo contrario. De a ratos, no siempre, encarna la nieta que creo que a nadie le gustaría tener, aunque en otros momentos la chiquilla es adorable.
En la gran mayoría de la obra de Isabel Allende, encontramos mujeres valerosas, poderosas, sensuales, mágicas, avasalladoras, llenas de ímpetu y convicciones fuertes. Maya es todo lo contrario. Se equivoca, tropieza una y otra vez con el mismo escollo en su vida. Casi muere asesinada, violada, drogada y olvidada en una ciudad viciosa como Las Vegas. Este cuasi-desenlace fué producto de decisiones propias, pocas por cierto, si consideramos que tenía menos de veinte años cuando atravesaba por todo esto.

El asunto es que esta cuestión me llamó la atención, pero después de analizarlo un poco ya no tanto.

Tal vez el mundo que vivimos tiene muchas más Mayas que heroínas y hasta el penúltimo libro la escritora decidió llenar su universo de este tipo de mujeronas. En la madurez de su obra aparentemente ha querido conectarse (y conectarnos) un poco más con el realismo, menos mágico que lo que acostumbrábamos.

martes, 8 de mayo de 2012

No caí en el abismo

Todavía me acuerdo de esa tarde como si fuera hoy. Era otoño, tal vez un día como el que veo cuando observo por la ventana.
Aburrida entre un trabajo práctico y otro que tenía que hacer para el colegio fui a repetir mi rutina de todas las tardes. Detrás del mostrador donde nadie podía ver, había un espejo grande. Ahí transcurría varios minutos del día.
Me levantaba la remera holgada y de perfil me miraba la panza. Solo eso, no la cara, no los brazos, no el trasero. Era la panza, la veía grande y la cabeza se me partía del dolor por no comer.
La remera talle s empezaba a quedarme día tras día, más grande. Y el pantalón estaba bolsudo. Eso me encantaba. En casa había otra rutina, después de cada plato de comida la obligación era pesarse. Como si uno pudiera ver el efecto inmediato en el peso corporal, ahora pienso, qué ingenua.
Un día entonces, mientras me miraba en el espejo apareció mi papá en el reflejo y me dijo: “ya está bien que dejes tu huevadita de no comer, estás muy flaca”. No me enojé. Me llamó la atención la actitud de él, nunca reparaba en mí, pero parece que eso era solo lo que yo pensaba.
De a poco dejé mi rutina. Sentí miedo, desperté.

Hice equilibrio para no caer en el abismo y alguien de atrás me tiró de la remera para rescatarme.

miércoles, 7 de marzo de 2012

Descubrimiento nº2

Por ahí por los años 90, creo que también iniciando la década como en el descubrimiento anterior, me hice melómana. Pasaba horas de horas escuchando música, sola en el auto de mis padres o la radio por la noche, hasta que ellos venían y me obligaban a apagar el equipo de música.
Comencé a adquirir cierto oído para el inglés, a identificar primero términos sueltos y luego a unir palabras en oraciones. Finalmente aprendí el idioma de manera autodidacta, pero creo que eso será motivo de otra entrada de esta serie.
El asunto es que me empezó a gustar la balada, de Roxette, Bryan Adams, Queen…y bueno, traduje algunas canciones de los suecos.
En la canción “Spending my time” aparece el relato de una chica que explica cómo pasa su tiempo cuando está sola, lejos de su amante. Pasa mucho tiempo en su habitación, solitaria, apoyada en la pared imaginando que “él” también estará pensando en ella. La canción me sonaba a melancolía, a angustiosa soledad. Mientras más me introducía en su significado mas podía interpretar las emociones que transmitía.
Y ahí pude reconocer que las personas normalmente sufrían por amor y que lo más seguro era, que yo no fuese la excepción. Esta suposición con el transcurso de los años se transformó en experiencia vivida.

sábado, 25 de febrero de 2012

María ¿dónde estás?

Escribo esto a raíz del reciente video que ha aparecido, tomado en Córdoba. En él se ve a una mujer perturbada, delgada, que discute con la persona que toma el video. No se distingue bien el rostro de María Cash cuando es enfocado de frente, pero cuando se puede ver de perfil, el parecido es notable. Cómo está parada la chica, la postura de su espalda y su cuerpo, coinciden con algunas filmaciones que he visto de ella.
Siempre sospeché, no sé por qué, que motivada por alguna cuestión personal esta chica había decidido “desaparecerse”.
Creo que es ella, estoy casi segura. La incógnita que sembró su caso me ha interesado desde el principio, sobre todo después de ver las tomas de las cámaras de vigilancia pública del norte del país, donde se la ve aparentemente a ella deambulando como perdida.
La razón por la que me interesa el caso es porque en muchas ocasiones quise perderme adrede como ella (si este es el motivo de su desaparición). Perderme, desaparecer de este mundo, pero en vida. Sin preocupaciones, sin cuestionamientos del entorno, irme donde nadie pudiera verme ni molestarme, ni yo molestar a nadie. Como queriendo permanecer en un limbo.
No sé qué estaría viviendo María por esos momentos. Viajaba al norte del país a promocionar sus diseños, a buscarse la vida, en definitiva.

He visto mujeres como ella, en el barrio donde crecí era famoso el caso de una mujer que deambulaba y se prostituía para sobrevivir. Le decían “la loquita”. Ella vivía en un mundo paralelo, no cuidaba su cuerpo, le sonrreía a sombras con la dentadura incompleta y hablaba a personas que nosotros los niños no podíamos ver. Con el correr de los años esa mujer tuvo una hija. Una niña preciosa de ojos claros, rulitos, que creció, fue a la escuela y hoy ya es adulta.

En las imágenes que los familiares cedieron a los medios aparece una María bonita, coqueta, reflexiva. En una de las tomas parece como pensando, meditativa, cómo escaparse tal vez.


PS: escribí esta entrada (o intenté) hacerlo de la manera más respetuosa posible, con una mirada optimista del tema, teniendo en cuenta lo delicado del mismo.

viernes, 3 de febrero de 2012

No todo lo oscuro es desagradable

Estoy leyendo una obra de la escritora Marta Sanz, "Lección de anatomía" y me ha sorprendido gratamente. Me gusta el realismo de la novela, cómo explica o encara algunos lugares comunes, como la amistad en la niñez, en la adolescencia y la adultez.
Es autobiográfica. Con muchas secciones del libro me siento identificada. Es sincera, oscura, entretenida y real.
Altamente recomendada. Quiero leer su úlitmo libro.

http://ecodiario.eleconomista.es/cultura/noticias/3717405/02/12/la-escritora-marta-sanz-reivindica-el-realismo-con-un-buen-detective-no-se-casa-jamas.html

martes, 17 de enero de 2012

Descubrimiento nº 1

En particular este es uno de los descubrimientos que no me agrada mucho ni transmitir ni recordar, pero como de escribir los hallazgos se trata, lo tengo que hacer.
Era verano, no recuerdo de qué año, inicios de los 90 seguramente, yo tendría 12 años tal vez. Estábamos en un yate con mi papá, hermanito y algunos familiares. No me gustaba navegar en el mar (si con mi papá en el río), porque me daban muchas náuseas y malestares. Sin embargo como era un mandato, había que hacerlo. Era una tarde tranquila, con poco oleaje y sin viento. Muy soleada, no sé a qué puerto enfrente íbamos.
Fui al baño del yate, bajé a una especie de pequeño subsuelo (en náutica debe tener un nombre más apropiado, estoy segura) y bueno, hice lo que tenía que hacer. Me sentí extraña, quitando los síntomas del mareo por supuesto.
Cuando terminé de vestirme me dí cuenta que uno de los mayores me estaba mirando por la mini ventanita circular que daba a la parte externa del yate. Tenía una sonrisa en la cara, y un gesto como de desquiciado.
Sentí bronca, miedo, repugnancia, todo eso a la vez y odio. Porque uno de esos hombres es un familiar muy cercano y una persona que mi papá adora.
Nunca les pude contar a mis padres, nunca le puse un nombre al asunto. Pero hoy creo que fue una vejación.
Así descubrí que para ese hombre algo tenía yo que gustaba.

lunes, 16 de enero de 2012

La enfermedad de la presidenta (un ejemplo del manejo de la opinión pública?)

Cuando recién me enteré por un flash noticioso que iban a operar de urgencia a la presidenta mi ingenua inercia me llevó a pensar que sin duda estaría pasando ella por un mal momento. Y sentí empatía y no tengo que ocultarlo, miedo. Miedo por el futuro de un país que probablemente podría entrar en un caos por su condición de acefalía. Convengamos que el justicialismo ha dejado bien en claro que es el único partido capaz de gobernar el país (lo evidencia el último resultado de las elecciones). Por supuesto no comparto esta visión antinomista, pero es lo que el común de los argentinos piensa, o al menos más del 50 %.
Volviendo al tema central que motiva este post, seguí reflexionando sobre él. Y la empatía se transformó en antipatía.

Es imposible que una mujer educada y contenida por un grupo personal cercano se entere de un día para otro que tiene un tumor (“sintió un pequeño bulto en la zona del cuello”) y deba ser operada de urgencia. Todo esto me suena poco creíble. Lo que ocurrió creo, es que para evitar un malestar en la opinión pública (llamémoslo incertidumbre) no se informó en el momento exacto a la población del hallazgo, se esperó hasta el momento en que debía erradicarse el mal, para pasar rápidamente a la etapa de recuperación y “bienestar”, del paciente y de todo el país.

Si extrapolo este ejemplo de gran peso a otros eventos me queda una gran duda, pienso que nada de lo que nos muestra esta gestión es real, que hay mucho manipuleo de la información con intención de mostrar solo lo que se quiere.