Desesperada, hizo un pequeño bolso para huir del infierno. Iría a la casa de su tia Ana en Maipú. Salió temblando de su departamento. La cabeza le daba vueltas. Cruzó la avenida, esperó la micro algo más de 10 minutos, pero no pasó ni una sola. Quería llorar y no podía, el pecho se le partía de dolor. A una cuadra sonaba Shakira en el estadio nacional.
Vió pasar la 359, pero no la tomó, ya cruzaba la calle para volver a su casa, iba a sacar a "la intrusa" de ahí. Pero no pudo. Habló con su pareja, le pidió que ella se fuera, que en 10 minutos quería entrar. Esperó en una fuente de agua del condominio.
Cuando la vió pasar el tiempo se detuvo. Estaba reluciente, llevaba su morral sucio y desteñido pero aparentaba 15 0 20 años menos, con una colita en el pelo y un look juvenil. La intrusa le miró a la cara y sonrió.
En ese momento ella reconoció dónde había visto el morral antes.
Vió pasar la 359, pero no la tomó, ya cruzaba la calle para volver a su casa, iba a sacar a "la intrusa" de ahí. Pero no pudo. Habló con su pareja, le pidió que ella se fuera, que en 10 minutos quería entrar. Esperó en una fuente de agua del condominio.
Cuando la vió pasar el tiempo se detuvo. Estaba reluciente, llevaba su morral sucio y desteñido pero aparentaba 15 0 20 años menos, con una colita en el pelo y un look juvenil. La intrusa le miró a la cara y sonrió.
En ese momento ella reconoció dónde había visto el morral antes.
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