El canta con un dejo rioplatense marcando algunas “yes” por aquí y por allá, pero no en todas las canciones. Siempre me gustaron sus melodías, me remiten a Santiago de Chile, al ruido de los autos, a una cordillera fluoresciendo en el horizonte después de un día de lluvia, a una caminata por el Parque Forestal. Lo descubrí en un viaje a Chile, sonando en la radio de una micro. Pensé que era chileno la verdad.
La mayoría de las frases de sus canciones son pausadas, no usa un vocabulario difícil ni las escenas que aparecen en las líricas hablan de noches reventadas o discotecas frenéticas (debo aclarar que no he escuchado toda su discografía si). Imagino una reunión de amigos, humeante, melancólica, de colores ocres.
Nunca me había detenido a googlearlo. Mi sorpresa fue tamaña. Caí exhausta de amor al ver sus fotografías, porque es tremendamente guapo, al menos a mis ojos.
Uruguayo, vive en Chile, guitarrista, compone su música. Su estilo se parece a una banda o un solista que he escuchado antes, pero aún no puedo identificarlo bien.
Por qué me asombro se preguntarán. Me asombro porque este cantante no es famoso aquí en Argentina. Y lo lamento realmente, porque de veras creo que es talentoso y bello. ¿Por qué será? Hago un paralelo con los gustos argento y veo que aquí el perfil “reventado” va bien, las luces estrambóticas, lo superficial y rutilante. Músculos hasta en la mandíbula y el bronceadito estereotípico. Lamento que mi pueblo no se esfuerce en elegir un poco mejor lo que es talentoso.
Gonzalo enamora con su guitarra, con su postura desgarbada y distante. Con su voz de terciopelo de niño bien y culto; a mi y a varios del otro lado de la cordillera porque siguen pasándolo en las radios.
No me extraña que una argentina tampoco pueda ser profeta en su tierra, me refiero a María Jimena Pereyra. ¿Será porque no tiene lolas y usa el pelo andróginamente corto?
La voz de esa mujer pone los pelos de punta, se los puedo asegurar.
Me enojo, me enoja el botox, las caras igualitas de las modelos, los traseros de piedra ampliamente venerados en mi cultura y la superficialidad obcena.
Espero (porque soy optimista) que se genere un cambio, que empecemos a mirar cómo producir algo diferente, y con contenido.
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