Cuando recién me enteré por un flash noticioso que iban a operar de urgencia a la presidenta mi ingenua inercia me llevó a pensar que sin duda estaría pasando ella por un mal momento. Y sentí empatía y no tengo que ocultarlo, miedo. Miedo por el futuro de un país que probablemente podría entrar en un caos por su condición de acefalía. Convengamos que el justicialismo ha dejado bien en claro que es el único partido capaz de gobernar el país (lo evidencia el último resultado de las elecciones). Por supuesto no comparto esta visión antinomista, pero es lo que el común de los argentinos piensa, o al menos más del 50 %.
Volviendo al tema central que motiva este post, seguí reflexionando sobre él. Y la empatía se transformó en antipatía.
Es imposible que una mujer educada y contenida por un grupo personal cercano se entere de un día para otro que tiene un tumor (“sintió un pequeño bulto en la zona del cuello”) y deba ser operada de urgencia. Todo esto me suena poco creíble. Lo que ocurrió creo, es que para evitar un malestar en la opinión pública (llamémoslo incertidumbre) no se informó en el momento exacto a la población del hallazgo, se esperó hasta el momento en que debía erradicarse el mal, para pasar rápidamente a la etapa de recuperación y “bienestar”, del paciente y de todo el país.
Si extrapolo este ejemplo de gran peso a otros eventos me queda una gran duda, pienso que nada de lo que nos muestra esta gestión es real, que hay mucho manipuleo de la información con intención de mostrar solo lo que se quiere.
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