Hoy sin querer, me encontré al otoño en la
calle. En las chacras y en el alma. Desnudando a los árboles, renovando un
ciclo y preparando todo lo vivo para que duerma durante el invierno, tranquilo.
Para que en la fría tregua de seis meses, todo se recicle, y luego florezca con
nuevos bríos y fructifique.
Antes de dejar caer sus hojas, los árboles
hacen una ofrenda al sol mostrándole los mismos colores que él les regaló
durante la primavera y durante el verano. Amarillos refulgentes de mañana tibia
y rojos anaranjados de atardecer caliente.
Con este tributo saludan, se despiden y
esperan finalmente al viento.
“Todas las hojas son del viento ya que las
mueve hasta la muerte, todas las hojas son del viento, menos la luz del sol.”
L.A. Spinetta
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