A veces, entro en períodos de larga y profunda revisión de mi pasado. Hoy, es un día de esos. Y si bien esta idea ya revoloteaba mi cabeza hace un tiempo, hasta ahora no pude escribirla.
Por alguna razón, a los adultos varones de mi familia y también a los allegados les gustaba hablarme, decirme cosas, como anticiparme qué sucedería con mi vida en el futuro cuando "fuese grande". Con qué animo o intención no lo sé, porque recuerdo que estas charlas que eran más bien monólogos comenzaron cuando yo tendría unos ocho años.
Que sería terrible, que sería alta como mi padre, que esto que aquello. De estos vaticinios pocos se cumplieron y muchos, como el que motiva la entrada, no los entendí de niña. Es gracioso, a veces veo repetir esa imagen, niñitas o adolescentes que con una sonrisa en la cara reciben esos: ¿piropos? complacidas.
En varias oportunidades me dijeron "cuando seas grande vas a romper corazones", y poniéndome en el lugar de quien termina con un corazón roto provocarlo no me parece ningún mérito. No es más mujer ni más exitosa aquella (o aquel) que anda por la vida provocando roturas cardíacas, aunque sean momentáneas o de poca envergadura, porque si uno tiene el poder de conectarse con el alma de otro, es mejor que sea para acariciarle, para escucharle, para engrandecerle o por último para acompañarle por un momento y luego dejarle ir libre por la vida.
Por alguna razón, a los adultos varones de mi familia y también a los allegados les gustaba hablarme, decirme cosas, como anticiparme qué sucedería con mi vida en el futuro cuando "fuese grande". Con qué animo o intención no lo sé, porque recuerdo que estas charlas que eran más bien monólogos comenzaron cuando yo tendría unos ocho años.
Que sería terrible, que sería alta como mi padre, que esto que aquello. De estos vaticinios pocos se cumplieron y muchos, como el que motiva la entrada, no los entendí de niña. Es gracioso, a veces veo repetir esa imagen, niñitas o adolescentes que con una sonrisa en la cara reciben esos: ¿piropos? complacidas.
En varias oportunidades me dijeron "cuando seas grande vas a romper corazones", y poniéndome en el lugar de quien termina con un corazón roto provocarlo no me parece ningún mérito. No es más mujer ni más exitosa aquella (o aquel) que anda por la vida provocando roturas cardíacas, aunque sean momentáneas o de poca envergadura, porque si uno tiene el poder de conectarse con el alma de otro, es mejor que sea para acariciarle, para escucharle, para engrandecerle o por último para acompañarle por un momento y luego dejarle ir libre por la vida.
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