No sé por qué decidí vaciar muchos recovecos de mi historia. Muchísimos para mi gusto. Antiguos amores (platónicos y reales), antiguos amigos, ex compañeros de universidad, ex parejas. Creo que fue en parte una forma de superar los malos ratos: desengaños amorosos, desencuentros ideológicos, rupturas abruptas.
Con el paso del tiempo, y esta idea ya la había volcado en un blog que he vaciado hace poco, me he dado cuenta que no tiene fundamento seguir negando, que aquellas personas significaron mucho en mi vida, de manera positiva y negativa. A veces alternando entre una y otras y también en ambas formas a la vez.
Hoy me encuentro rellenado esos espacios. El contenido que ubico es en algunos casos el mismo que saqué en el pasado, y en otros, una versión mejorada. Creo (tal vez estoy pensando muy positivamente) que nadie está peor.
Comparto con ustedes dos historias que me llenaron el corazón de alegría. Se trata de dos amigas que dejé de ver. Una por haber vuelto a su Guatemala natal y otra por mi regreso a Argentina. Mirando sus Facebook me enteré que ambas se han casado con sus novios de juventud, aquellos de los que escuché afanada hermosas historias de amor y posteriormente de desamor.
Dudo que esto signifique algo o marque una tendencia pero no deja de sorprenderme. Creo que puedo reafirmar mi idea sobre que no todo está escrito ya que la vida puede girar en sentidos insospechados.
Pienso que si no hubiese hurgado un poco en mi pasado, estos descubrimientos (y muchos otros más) no podría haberlos hecho.
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