Llegué a la clase como de costumbre antes de tiempo. Esperé algo de 20 minutos a que iniciara. De a poco fueron llegando algunos compañeros, muy pocos conocidos. Sabía que en mayoría la audencia sería de Filosofía y Humanidades, es que el curso era un optativo y lo había tomado por comodidad ya que era dictado dentro del mismo Campus. También por curiosidad ya que no imaginaba (o de una forma muy superficial) de qué podría tratarse.
Apareció un señor de unos 50 años con un morral de cuero, saco y pantalones de vestir. Mediría un metro setenta, no más. Con mucho pelo en la cara, mucha barba. Moreno. Un poco desgarbado, de ojos lindos y oscuros.
Se sentó cerca mío afuera del aula a esperar el inicio de la clase. Estaba encorvado, en una postura reflexiva, con las piernas cruzadas apoyando el tronco en un codo y una mano cubriéndole la barbilla.
Me habló de algo, no recuerdo bien cuál fue el tema. De una cuestión pasamos a otra. Le llamó mucho la atención que estudiase una ingeniería y confesó que seríamos sus primeros alumnos provenientes de una carrera exacta. Era el profesor.
Disfruté cada cálida clase, aunque admito que no estuve en la Tierra en muchas de ellas. Observé sus delgadas manos, su postura, su sonrisa…y desaparecí del aula muchas veces. Nos imaginé en el sur, en alguna casa cerca de la playa. Leyendo, hablando, retozando. Pasando el tiempo.
Y fue ahí que comencé a escribir para cumplir con los ejercicios argumentativos que nos daba para resolver. En definitiva, ese caballero fue inspirador para mí. Descubrí todo un mundo, otra dimensión más bien: la de las palabras.
Terminé el curso con la segunda nota más alta y unas de las mejores de toda mi carrera. En mi lista de hombres “el profesor” fue uno más de mis amores platónicos.
Un espacio con historias reales, ficticias, de amor, propias y ajenas. Donde intento con mis palabras servir de ayuda a alguien que lo necesite.
Cuando me refiero a amor, pienso en todos sus tipos. Erich Fromm describe cuatro: el fraternal, maternal, erótico y el religioso. De a poco, este blog se va llenando de historias que intentan abarcar a todos.
jueves, 14 de enero de 2010
martes, 12 de enero de 2010
Hojarasca
Cuando nadie la ve aprovecha de pisotear las hojas caídas en el suelo del parque, dando pequeños saltos. Adora la sensación de oír el crujido bajo las botas. Los últimos otoños esta visita ha sido obligada.
El año anterior estaba acompañada por su novio. El se cayó en un pozo tapizado por hojarasca quebrando su pierna y a pesar de lo desafortunado del suceso, rieron hasta quedar sin aire.
Este año vino sola, feliz. Hizo trámites en el centro durante la mañana y luego caminó unas cuantas cuadras camino al río. Estuvo unos momentos al sol sintiendo la brisa y mirando los remolinos de tierra y hojas en el suelo.
Mientras observa la gente, las palomas y los bancos, sonríe. Tiene un aspecto aniñado, que le va muy bien con la minifalda y las botas hasta la rodilla. Su sonrisa ilumina su rostro mientras los ojos grandes y brillantes recorren el horizonte.
Ayer lo vió pasar por la ventana con su bolsa de zapatos en la espalda. No se atrevió a salir a la vereda. Aún no sabe su nombre. Hoy lo esperará para verlo pasar.
El año anterior estaba acompañada por su novio. El se cayó en un pozo tapizado por hojarasca quebrando su pierna y a pesar de lo desafortunado del suceso, rieron hasta quedar sin aire.
Este año vino sola, feliz. Hizo trámites en el centro durante la mañana y luego caminó unas cuantas cuadras camino al río. Estuvo unos momentos al sol sintiendo la brisa y mirando los remolinos de tierra y hojas en el suelo.
Mientras observa la gente, las palomas y los bancos, sonríe. Tiene un aspecto aniñado, que le va muy bien con la minifalda y las botas hasta la rodilla. Su sonrisa ilumina su rostro mientras los ojos grandes y brillantes recorren el horizonte.
Ayer lo vió pasar por la ventana con su bolsa de zapatos en la espalda. No se atrevió a salir a la vereda. Aún no sabe su nombre. Hoy lo esperará para verlo pasar.
lunes, 4 de enero de 2010
El edificio
El Padre Belli recorría las instalaciones en ruinas del edificio abandonado de INTA en J.J.Gómez, Río Negro. Con paso cancino observaba cada pared destruida imaginando las épocas en que ese fuera el lugar de encuentro de muchas familias de colonos del Alto Valle del Río Negro. Detrás del religioso caminaba el Cr. Muñecas, miembro de la Fundación Stefenelli. La expresión de ambos era meditabunda. Aquella mañana de noviembre de 2004 la tibieza y luminosidad del ambiente ayudaba a que la espera les fuese un poco más llevadera.
El primer edificio de INTA en el Alto Valle había sido en sus inicios la Escuela Agrícola San José, idea del Padre Alejandro Stefenelli y producto de la obra salesiana de San Miguel. La escuela fue la primera de su tipo en la Patagonia. El edificio fue construido con ladrillos producidos en la misma obra hechos de materiales obtenidos del lugar. La obra se concluyó en 1901. Inicialmente esta había sido emplazada cerca del Río Negro pero fue trasladada debido a una inundación histórica en 1899.
En la escuela confluyeron las labores agrícolas de los vecinos con el quehacer de la obra religiosa. Allí se inició la educación agraria de la región y luego con INTA, la investigación agraria.
En la Experimental Alto Valle (actualmente emplazada sobre la Ruta Nacional nº22) se producía otra espera. Esa mañana los más altos directivos de I NTA, el Ing. Cheppi y el Dr. Boschetto realizarían una visita al terreno junto con el Dr. Magdalena quien era director de la Experimental. La Dra. Rossini miembro de la Fundación Stefenelli y técnica investigadora de la EEA Alto Valle también los acompañaría. Los dos primeros estarían casualmente en la zona ya que en esos días estaba por realizarse la Expo Frutícola 2004. Su llegada era inminente.
El recibimiento a los directivos fue austero pero cordial. La comitiva se dirigió en automóvil hacia la chacra nº 145 donde se encontraban Belli y Muñecas. Si bien Magdalena no es un hombre de fé el respeto que le infundía el Padre Belli era inmenso. Ese hombre austero y sabio generaba atención y encanto en las personas que lo rodeaban. Los que lo conocieron íntimamente lo describen como un cura práctico, concreto, inteligente y tenaz. Llevarle la noticia que su sueño no podría cumplirse no era lo que hubiese preferido hacer esa mañana. Los intentos de remodelar el edificio habían sido impulsados por el religioso, la Fundación Stefenelli e INTA. Se había pedido financiamiento mediante un convenio con Italia pero sin buenos resultados. Recorrieron el predio en silencio.
El Padre les mostró las cabreadas del edificio, que estaban intactas. Según Rossini el Padre siempre hizo hincapié en este punto diciendo: “mientras estén las cabreadas se puede recuperar (…) porque este edificio hay que recuperarlo, es histórico”.
Posteriormente a la recorrida se generó una amena conversación entre Cheppi, Boschetto, Perciavalle y el Padre Belli. Los dos primeros habían sido alumnos de colegios salesianos y el tercero era un gran seguidor de la obra de Don Bosco. Recordaron profesores que resultaron ser amigos del Padre Belli y surgieron algunas anécdotas. Luego, sin embargo, le informaron que no podría llevarse a cabo la remodelación del edificio por no contar con los fondos necesarios. Minutos después los dos grupos abandonaron el lugar con sentido contrario.
Esa mañana trascendió en las memorias del Presidente de INTA y del Director Nacional. No olvidaron al Padre ni tampoco las buenas voluntades de las personas que los acompañaron a la visita.
A principios del año siguiente fue posible obtener algunos fondos de INTA para iniciar una primera etapa de la remodelación. Sorpresivamente unos meses después fue puesta en marcha la priorización por parte de la institución de los Centros de Capacitación No Formal y exitosamente la reconstrucción completa del edificio pudo enmarcarse en esta línea.
La noticia fue informada al Padre por Magdalena y Rossini. Ambos recuerdan el gesto de satisfacción del cura, el rostro tranquilo y alegre por la labor casi concluida. Sin embargo no hizo uso de su elocuencia característica.
Entre los primeros pasos de la remodelación se refaccionó el cerco perimetral, las ventanas fueron tapiadas con ladrillos, se respetaron las series de arcos de medio punto originales que partían radialmente del eje de las ventanas y se construyó un primer piso. El Padre Belli padecía cáncer y en una fase terminal de su enfermedad pudo ver la primer etapa de reconstrucción del edificio. Otra mañana tibia pero de principios de 2006 realizó una visita a la obra junto al Ing. Mignon (Director de Regional de INTA Patagonia Norte), Muñecas, Magdalena y el Lic. Rodil. Este se encargó de recorrer el lugar y de documentar el avance de los trabajos tomando algunas fotografías. Realizó unas cuantas y aprovechó de fotografiar al grupo de hombres que conversaban cordialmente en el primer piso.
Cuando volvió a su oficina en la Estación Experimental, revisó las fotografías que había tomado. Encontró una que le provocó un escalofrío y luego una sonrisa. En la foto grupal un rayo de luz ilumina directamente el cuerpo del Padre quien taciturno observa el lente de la cámara.
El primer edificio de INTA en el Alto Valle había sido en sus inicios la Escuela Agrícola San José, idea del Padre Alejandro Stefenelli y producto de la obra salesiana de San Miguel. La escuela fue la primera de su tipo en la Patagonia. El edificio fue construido con ladrillos producidos en la misma obra hechos de materiales obtenidos del lugar. La obra se concluyó en 1901. Inicialmente esta había sido emplazada cerca del Río Negro pero fue trasladada debido a una inundación histórica en 1899.
En la escuela confluyeron las labores agrícolas de los vecinos con el quehacer de la obra religiosa. Allí se inició la educación agraria de la región y luego con INTA, la investigación agraria.
En la Experimental Alto Valle (actualmente emplazada sobre la Ruta Nacional nº22) se producía otra espera. Esa mañana los más altos directivos de I NTA, el Ing. Cheppi y el Dr. Boschetto realizarían una visita al terreno junto con el Dr. Magdalena quien era director de la Experimental. La Dra. Rossini miembro de la Fundación Stefenelli y técnica investigadora de la EEA Alto Valle también los acompañaría. Los dos primeros estarían casualmente en la zona ya que en esos días estaba por realizarse la Expo Frutícola 2004. Su llegada era inminente.
El recibimiento a los directivos fue austero pero cordial. La comitiva se dirigió en automóvil hacia la chacra nº 145 donde se encontraban Belli y Muñecas. Si bien Magdalena no es un hombre de fé el respeto que le infundía el Padre Belli era inmenso. Ese hombre austero y sabio generaba atención y encanto en las personas que lo rodeaban. Los que lo conocieron íntimamente lo describen como un cura práctico, concreto, inteligente y tenaz. Llevarle la noticia que su sueño no podría cumplirse no era lo que hubiese preferido hacer esa mañana. Los intentos de remodelar el edificio habían sido impulsados por el religioso, la Fundación Stefenelli e INTA. Se había pedido financiamiento mediante un convenio con Italia pero sin buenos resultados. Recorrieron el predio en silencio.
El Padre les mostró las cabreadas del edificio, que estaban intactas. Según Rossini el Padre siempre hizo hincapié en este punto diciendo: “mientras estén las cabreadas se puede recuperar (…) porque este edificio hay que recuperarlo, es histórico”.
Posteriormente a la recorrida se generó una amena conversación entre Cheppi, Boschetto, Perciavalle y el Padre Belli. Los dos primeros habían sido alumnos de colegios salesianos y el tercero era un gran seguidor de la obra de Don Bosco. Recordaron profesores que resultaron ser amigos del Padre Belli y surgieron algunas anécdotas. Luego, sin embargo, le informaron que no podría llevarse a cabo la remodelación del edificio por no contar con los fondos necesarios. Minutos después los dos grupos abandonaron el lugar con sentido contrario.
Esa mañana trascendió en las memorias del Presidente de INTA y del Director Nacional. No olvidaron al Padre ni tampoco las buenas voluntades de las personas que los acompañaron a la visita.
A principios del año siguiente fue posible obtener algunos fondos de INTA para iniciar una primera etapa de la remodelación. Sorpresivamente unos meses después fue puesta en marcha la priorización por parte de la institución de los Centros de Capacitación No Formal y exitosamente la reconstrucción completa del edificio pudo enmarcarse en esta línea.
La noticia fue informada al Padre por Magdalena y Rossini. Ambos recuerdan el gesto de satisfacción del cura, el rostro tranquilo y alegre por la labor casi concluida. Sin embargo no hizo uso de su elocuencia característica.
Entre los primeros pasos de la remodelación se refaccionó el cerco perimetral, las ventanas fueron tapiadas con ladrillos, se respetaron las series de arcos de medio punto originales que partían radialmente del eje de las ventanas y se construyó un primer piso. El Padre Belli padecía cáncer y en una fase terminal de su enfermedad pudo ver la primer etapa de reconstrucción del edificio. Otra mañana tibia pero de principios de 2006 realizó una visita a la obra junto al Ing. Mignon (Director de Regional de INTA Patagonia Norte), Muñecas, Magdalena y el Lic. Rodil. Este se encargó de recorrer el lugar y de documentar el avance de los trabajos tomando algunas fotografías. Realizó unas cuantas y aprovechó de fotografiar al grupo de hombres que conversaban cordialmente en el primer piso.
Cuando volvió a su oficina en la Estación Experimental, revisó las fotografías que había tomado. Encontró una que le provocó un escalofrío y luego una sonrisa. En la foto grupal un rayo de luz ilumina directamente el cuerpo del Padre quien taciturno observa el lente de la cámara.
domingo, 3 de enero de 2010
Paz
La felicidad y la paz están relacionadas, estoy casi segura. Al menos así lo puedo sentir yo misma. Siento que no es necesario simular simpatía ni mostrarme afable o interesante. Mi estado interno es de tanta tranquilidad que me conformo con presentarme tal como me salga.
Mientras caminaba ayer por la tarde pude mirar vidrieras y recorrer locales comerciales sin siquiera apurar un poco el paso. No lo necesitaba. Cuando recordaba que estoy intentando mejorar mi postura enderezaba la espalda, en caso contrario caminaba como me salía. No sé como habrá sido esto, seguro que como siempre durante estos últimos años, encorvando un poco los hombros y echando la cabeza para adelante, en definitiva cero sexy.
Y un poco con esto se relaciona este estado de paz interna. Alguna vez lo describí de la misma forma. No tengo ganas de seducir, ni ganas de buscar ese compañero de los ojos profundamente oscuros pero brillantemente vivos.
Retrocediendo en mi historia intento recordar cómo fueron los primeros momentos con mi primer novio, cómo me comportaba yo por esos tiempos y los comparo con las actitudes que tengo ahora. No recuerdo apuro. Esa necesidad de acabar con mi estado unitario NO EXISTÍA. Todo sucedía lento, sosegado, pausado. ¡Pero excesivamente emocionante!
La caminata de hoy fue extenuante, a pleno rayo de sol, cargando una botella de agua fresca en la mochila. Quería agotarme, para dormir bien por la noche. Hice una parada a la sombra de un árbol. Aproveché de “echarme” en el césped. Odio este término que a veces usa mi mamá pero creo que eso hice, me eché como un perro, sin modales, así nomás.
Descansé un poco y seguí la caminata. ¡NO pensé ni recordé! Por Dios, qué liviana me sentí!
Mientras caminaba ayer por la tarde pude mirar vidrieras y recorrer locales comerciales sin siquiera apurar un poco el paso. No lo necesitaba. Cuando recordaba que estoy intentando mejorar mi postura enderezaba la espalda, en caso contrario caminaba como me salía. No sé como habrá sido esto, seguro que como siempre durante estos últimos años, encorvando un poco los hombros y echando la cabeza para adelante, en definitiva cero sexy.
Y un poco con esto se relaciona este estado de paz interna. Alguna vez lo describí de la misma forma. No tengo ganas de seducir, ni ganas de buscar ese compañero de los ojos profundamente oscuros pero brillantemente vivos.
Retrocediendo en mi historia intento recordar cómo fueron los primeros momentos con mi primer novio, cómo me comportaba yo por esos tiempos y los comparo con las actitudes que tengo ahora. No recuerdo apuro. Esa necesidad de acabar con mi estado unitario NO EXISTÍA. Todo sucedía lento, sosegado, pausado. ¡Pero excesivamente emocionante!
La caminata de hoy fue extenuante, a pleno rayo de sol, cargando una botella de agua fresca en la mochila. Quería agotarme, para dormir bien por la noche. Hice una parada a la sombra de un árbol. Aproveché de “echarme” en el césped. Odio este término que a veces usa mi mamá pero creo que eso hice, me eché como un perro, sin modales, así nomás.
Descansé un poco y seguí la caminata. ¡NO pensé ni recordé! Por Dios, qué liviana me sentí!
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