Durante este reposo obligado he aprovechado, además de pensar en exceso por supuesto, de leer. Tomé “El cuaderno de Maya” de Isabel Allende. También otro libro que para mi sorpresa trata sobre Drácula, pero ese no es motivo de esta entrada.
No les contaré la historia, solo quiero dejar mi reflexión sobre el libro. Me gustó, como todo lo de la autora.
En este particularmente, la protagonista no es una heroína, más bien todo lo contrario. De a ratos, no siempre, encarna la nieta que creo que a nadie le gustaría tener, aunque en otros momentos la chiquilla es adorable.
En la gran mayoría de la obra de Isabel Allende, encontramos mujeres valerosas, poderosas, sensuales, mágicas, avasalladoras, llenas de ímpetu y convicciones fuertes. Maya es todo lo contrario. Se equivoca, tropieza una y otra vez con el mismo escollo en su vida. Casi muere asesinada, violada, drogada y olvidada en una ciudad viciosa como Las Vegas. Este cuasi-desenlace fué producto de decisiones propias, pocas por cierto, si consideramos que tenía menos de veinte años cuando atravesaba por todo esto.
El asunto es que esta cuestión me llamó la atención, pero después de analizarlo un poco ya no tanto.
Tal vez el mundo que vivimos tiene muchas más Mayas que heroínas y hasta el penúltimo libro la escritora decidió llenar su universo de este tipo de mujeronas. En la madurez de su obra aparentemente ha querido conectarse (y conectarnos) un poco más con el realismo, menos mágico que lo que acostumbrábamos.
No les contaré la historia, solo quiero dejar mi reflexión sobre el libro. Me gustó, como todo lo de la autora.
En este particularmente, la protagonista no es una heroína, más bien todo lo contrario. De a ratos, no siempre, encarna la nieta que creo que a nadie le gustaría tener, aunque en otros momentos la chiquilla es adorable.
En la gran mayoría de la obra de Isabel Allende, encontramos mujeres valerosas, poderosas, sensuales, mágicas, avasalladoras, llenas de ímpetu y convicciones fuertes. Maya es todo lo contrario. Se equivoca, tropieza una y otra vez con el mismo escollo en su vida. Casi muere asesinada, violada, drogada y olvidada en una ciudad viciosa como Las Vegas. Este cuasi-desenlace fué producto de decisiones propias, pocas por cierto, si consideramos que tenía menos de veinte años cuando atravesaba por todo esto.
El asunto es que esta cuestión me llamó la atención, pero después de analizarlo un poco ya no tanto.
Tal vez el mundo que vivimos tiene muchas más Mayas que heroínas y hasta el penúltimo libro la escritora decidió llenar su universo de este tipo de mujeronas. En la madurez de su obra aparentemente ha querido conectarse (y conectarnos) un poco más con el realismo, menos mágico que lo que acostumbrábamos.